jueves, 10 de septiembre de 2020

Los climas urbanos

 
Los estudios sobre la variabilidad climática han estado tradicionalmente asociados sobre el comportamiento de la naturaleza como sistema a lo largo de la historia geológica de la tierra. Los cambios reflejados en las variaciones de temperaturas, humedad, dirección e intensidad de los vientos o de la composición química del aire que se observan al interior de las ciudades, tiene una reciente data.

Desde el punto de vista de las modificaciones que ha hecho el ser humano de su entorno, el clima de las grandes ciudades, además de las condiciones de ubicación geográfica, humedad estacional, entre otros factores externos a la intervención humana, está expresada por su distribución poblacional, las características particulares de la densidad forestal urbana, el uso de materiales con ciertas condiciones de interacción térmica, juegan un rol muy importante en la variación de la temperatura urbana.
 
El clima urbano es el resultado concreto de la interacción entre la naturaleza y la sociedad. La sociedad humana debe interaccionar con el conjunto de los principales elementos abióticos del medioambiente: el agua, el aire, los suelos y la energía. La civilización que ha construido la especie humana se basa en las transformaciones que hacemos de la naturaleza. Para hacerlas, la sociedad ha realizado una compleja y dinámica división social del trabajo. La ciencia y la técnica que hemos logrado hoy en día ha impactado tan profundamente en la superficie del planeta, que los geólogos debaten si el impacto de la actividad humana ha creado una nueva era geológica: el antropoceno. Básicamente los tres argumentos se basan en datarlo desde hace unos 8,000 años atrás con el inicio de la deforestación planificada; o bien hace unos 5,000 años con los cambios iniciados con la agricultura. El argumento de mayor peso es el uso de la energía atómica a partir de los años 40 del siglo pasado, la cual ha dejado un registro perdurable. Si la especie humana o la vida en el planeta desapareciera y transcurriesen varios millones de años, sería relativamente fácil identificar lo que hemos hecho, mediante el uso de la datación radiométrica en capas sedimentarias.

La estructura urbana moderna tiene un distintivo rasgo común de carácter socio-económico: los sectores mas deprimidos y vulnerables de menores ingresos, con alta concentración poblacional, habitan en viviendas o edificios sociales de alta densidad. En ellos se observa una escasa vegetación aunado a una mayor improvisación en el desarrollo urbano y por lo tanto una mayor temperatura sectorial. A medida que cambia la estructura urbana y social en relación a sectores de mayores ingresos, se van integrando estructuras de trabajo, comercio y habitación con una mayor cantidad de vegetación. Se observa una mejora en calidad de materiales de construcción desde el punto de vista de la interacción térmica, con una disminución relativa de la densidad poblacional. Los sectores en que habitan los lugares de mayores ingresos se caracterizan por una baja densidad residencial y abundantes espacios verdes.
 
Variabilidad de temperatura en Santiago
 
La norma chilena (NCh1079.Of2008) del Instituto Nacional de Normalización define una clasificación de nueve zonas climáticas para todo el territorio nacional, denominadas: Norte Litoral, Norte Desértica, Norte Valles Transversales, Central Litoral, Central Interior, Sur Litoral, Sur Interior, Sur Extremo y Andina. Esta clasificación fue elaborada el año 1977 y actualizada en 2008 La zonificación térmica esta regulada por el MINVU por medio de Manual de aplicación de la reglamentación térmica. (Cárdenas, p. 148). Estas normas regulatorias se basan en estudios técnicos y determinan las posibilidades de expansión urbana sobre el criterio probabilístico.

En este sentido, Chile tiene grandes retos climáticos. No solo por las actividades centrales de la economía del país, sino por factores que no controla como el cambio climático global, la acidificación de los océanos, las variaciones de nivel y temperatura de los mares junto a los cambios en las corrientes marinas. En Chile predomina la minería extractiva, la agro-industria intensiva y un comercio muy dinámico.

Chile, debe enfrentar retos enormes e innovar para mitigar la variabilidad climática urbana las cuales se acentuarán en los próximos años. Estas han de enfocarse en dos elementos centrales de la planificación ecológica de las ciudades: la transformación urbana de lo existente y la expansión de la misma por la presión demográfica. Sobre lo primero, hay bastante información y planes en general que pueden mitigar las diferencias de temperatura a lo interno de las ciudades, pero ello implica altas inversiones de recursos: redistribución de suelos, creación de parques, masificación de áreas verdes, reconstrucción de viviendas y edificios, etc. Sobre la proyección al futuro en base al crecimiento demográfico, los planes urbanos tendrían que señalar en base a datos científicos, cuales serían las nuevas áreas residenciales habitables, su densidad necesaria, el uso y modificación de los suelos, etc. Es decir, implementar políticas de mejoramiento en las condiciones climáticas dentro de la ciudad, reduciendo para las próximas generaciones las desigualdades socio-ambientales.

Las experiencias en Chile han sido variadas: desde llevadas a cabo en el uso de aguas en poblados al norte en la región de Coquimbo o el uso de buses eléctricos en la capital. Estas, entre muchas otras iniciativas, necesitan estar enmarcadas en un plan nacional coherente, basado en la ciencia, con objetivos claros e instrumentos jurídicos que permitan hacer las grandes transformaciones sociales y económicas que necesita el país.

La humanidad cuenta hoy con capacidades objetivas para lograr acabar con todos los problemas centrales que aquejan al mundo de hoy, que en gran medida se expresan en los ODS-2030. La pobreza, la desigualdad, las enfermedades, el hambre, la destrucción de las condiciones para la vida humana en el planeta, pueden ser mitigadas y superadas. No existe razón científica que no de pruebas y elementos de que tenemos grandes posibilidades de superar los males que aquejan a la humanidad. Pero el problema es esencialmente político, que a su vez nos lleva a pensar en la economía. El actual modelo de producción, distribución y consumo no solo pone en riesgo la continuidad de la vida en el planeta, sino que ha llevado a la humanidad a condiciones de desigualdad jamás vistas en la historia, plantea retos enormes para los ciudadanos en general y para la comunidad científica en particular sobre rol que debe jugar en tales acontecimientos.



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Bibliografía
Cárdenas-Jirón, Luz-Alicia, & Morales-Salinas, Luis. (2019). Urbanismo bioclimático en Chile: propuesta de biozonas para la planificación urbana y ambiental. EURE (Santiago), 45(136), 135-162. Visitado el 11/11/2020. https://dx.doi.org/10.4067/S0250-71612019000300135
Romero, H., Salgado, M., & Smith, P. (2010). Cambios climáticos y climas urbanos: Relaciones entre zonas termales y condiciones socioeconómicas de la población de Santiago de Chile. Revista INVI, 25(70).
 Romero, Hugo. Ondas e islas de calor en los barrios de Santiago: Un fenómeno no registrado por los termómetros oficiales (2017). Visitado el 11/11/2020. [https://uchile.cl/u130608]
ONU. Objetivos y metas de desarrollo sostenible. Organización de naciones Unidas. Visitado el 11/11/2020. https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/

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